Junto al Arco de la Calzada se expone la gastronomía tlaxcalteca y
los leoneses acuden a probar estos alimentos exóticos en esta zona como
gusanos de maguey, chapulines y escamoles.
Foto: Arturo Andrade
León, Gto. • Este chapulín sabe distinto, porque es horneado.
Tiene otro sabor”, se escucha en el Jardín de los Niños Héroes. La
frase obliga a voltear la mirada al stand. De Tlaxcala para León, la
comida prehispánica es exhibida a los leoneses.
En León, la semana pasada la gente los barría con escobas o con lo
que hallara. Pero en Tlaxcala, los chapulines son atrapados por las
personas para ser cocinados.
Productos Orgánicos del Magueyal ofrece diversos productos a base del
maguey, sin embargo, lo que ha causado curiosidad en León son los
platillos prehispánicos que ofrecen en su stand.
Todos los productos de esta empresa son orgánicos, es decir, que
están libres de procesos químicos. Los insectos que transforman en
alimentos son atrapados en el campo, sin utilizar instrumentos ni
insecticidas.
Los platos están ahí servidos. La gente los ve fijamente cuando pasa.
Algunos se horrorizan ante los pequeños cuerpos. Los gusanos están
muertos, pero provocan que las caras de las personas se arruguen.
Sin embargo, la vendedora ofrece la prueba de los insectos. “Sabe
rico.”, afirma. Y extiende la cuchara ofreciendo el pequeño animalito.
No siempre la gente quiere probarlos.
Los comerciantes de Productos Orgánicos del Magueyal dicen que en
León la gente se muestra extrañada ante los platillos, pero que allá en
Tlaxcala es normal comer insectos.
Sin embargo, los leoneses han aceptado bien el alimento y lo consumen por curiosidad.
Primero, los gusanos y los chapulines son secados al sol en charolas.
Luego, sazonados con ajo y sal, son horneados. El sabor que adquieren
es único. También pueden ser tostados, sin embargo, en el comal el
resultado es que los insectos pierden humedad y quedan más duros, además
de que en algunos casos el sabor es ligeramente amargo.
Se comen en tacos, con un poco de limón y salsa. Pero para
conocerlos, hay que probarlos en seco, de uno por uno y sin sazón. Hay
que disfrutar su consistencia.
El gusano rojo es pequeño, brillante y crujiente. Este animalito se
alimenta de la raíz del maguey, así que no es fácil encontrarlo. Su
sabor es un poco fuerte. Ni salado ni dulce. En el paladar se siente
algo espeso que brota cuando el cuerpo es trozado.
El gusano blanco, más grande y grueso tiene un sabor más suave. Es
agradable al paladar. Se distingue el sabor al ajo. Este es un poco más
duro, hay que masticar con un poco más de fuerza.
Los chapulines son crujientes. Pueden ser enchilados o sazonados al
ajo, también. Estos insectos son más como botana. Su consistencia es
parecida a la de un charal. Crujiente y seca.
Cuenta la vendedora que su hija desde pequeña come chapulines y gusanos, que incluso los lleva a la escuela como almuerzo.
La niña se siente orgullosa del trabajo de su familia. Y esto es
natural. Tan natural como que en su hogar los niños prefieran comer
insectos que una hamburguesa de McDonald’s.
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