miércoles, 28 de agosto de 2013

Delincuencia sin adjetivos (F: José Cárdenas)


 
 
Plagio el título y las ideas del análisis expresado por el periodista Rafael Cardona en nuestro noticiero de Grupo Fórmula… no sólo por ser impecable, sino porque el Monje Loco lo suscribe en cada frase… tal vez como lo haría usted mismo.
 
 

 
 
“Como secuela del “caso” Heaven – y otros que vendrán como consecuencia de este– la Ciudad de México se convirtió unos días en campo de batalla entre un grupo de narco menudistas –quienes obviamente son narco mayoristas–. Los hechos nos afectan a todos… no sólo a los directamente involucrados”. 


 
 

 
 
–“¿Es responsable el Gobierno del DF de la conducta de sus habitantes, y hasta de sus delincuentes?”–, pregunta el comentarista.
–“Obviamente no”–, se responde.
 
 

 
 
Cardona quiere decir que el Jefe de Gobierno no necesita empeñarse en negar la presencia de demonios en sus dominios. 


 
 

 
 
–¿Qué ocurrió en los tres meses que duró el caso… entre la desaparición de los vivos y la aparición de los muertos?.


 
 

 
 
–Pues hubo una aparente limpieza de la vida nocturna, un combate al “antrismo”. Se cerraron cabarets, y tugurios de rompe y rasga… se persiguió a tratantes de blancas… se descubrieron redes de prostitución… se puso en marcha un plan de emergencia para calmar los ánimos del “Barrio Bravo”… y se cacarearon las acciones como el logro más grande en la historia de este valle de lágrimas.
 
 
–¿Pero, a final de cuentas, que hay de diferente de tres meses para acá? 


 
 
–“Me atrevo a decir que nada”–, contesta Cardona.
“No creo que en la Ciudad de México se hayan modificado los patrones de consumo de cocaína, metanfetaminas o drogas prohibidas, distribuidas por los cárteles tepiteños… y por otros”.
–¿Qué ha cambiado entonces?– insiste el Monje.
 
 

 
 
–“Lo único que ha cambiado ha sido probar que la colaboración entre la PGR y la Procuraduría del DF funcionó, porque finalmente ambas instituciones metieron hilo y sacaron hebra. Pero eso ya no nos debería importar”– subraya el analista.
 
 
“Lo que nos debe importar es saber qué se está haciendo para combatir a esas células menores de la delincuencia mayor”.
Concedámosle al gobierno de la Ciudad que no hay delincuentes mayores en la Ciudad de México...
 
 

 
 
–“Pero si mil enanos amarran a Gulliver, no necesitamos, que vengan los gigantes… si con los chiquitos no podemos”–, remata el periodista. 


Y aquí el Monje se va solito…
 
 

 
 
Nos urge saber qué está haciendo el gobierno de Miguel Ángel Mancera en materia preventiva, en materia punitiva… y desde luego en materia de inteligencia. En esas tres tareas deberían estar preocupadas las autoridades, en vez de afanarse en negar la presencias delincuenciales organizadas o desorganizadas.
 
 

 
 
A nadie escapa que los autores de la matanza de los clientes del infernal Heaven son criminales profesionales, capaces de cometer un secuestro múltiple sin tiros, heridos, ni siquiera un navajazo… al menos cuando “levantaron” a los jóvenes aquella mañana del último domingo de mayo.
La masacre ocurrió horas después… quizá al día siguiente. 
 
   

 
 
 
El Procurador del DF y el abogados de los familiares de los desaparecidos coinciden en que todo fue una venganza ejecutada quirúrgicamente por miembros del cártel de la Unión Insurgentes para cobrarse la muerte de Horacio Vite, alias “El Chaparro”, ocurrida días antes del 26 de mayo, en el bar “Black” de la colonia Condesa. 
 
 

 
La manera como los asesinos sepultaron los cadáveres de los 13 jóvenes de Tepito, la forma de hacer la fosa clandestina, taparla con gruesas capas de cemento, de echarle cal viva a los restos humanos descuartizados… todo eso es parte de un macabro mensaje que envían los asesinos a los familiares de los muertos… aunque la autoridad se niegue a reconocerlo.

 

 
 
Si el Gobierno de la Ciudad de México no investiga a fondo, estaremos condenados a repetir la historia del pavoroso caso del Heaven…
–“Delincuencia sin adjetivos frente a un gobierno con objetivos, es todo lo que nos hace falta”–, concluye Rafael Cardona.
 
 


 

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