El domingo me invitaron con mi familia a la nueva actividad que tienen preparada en el Hotel Puerta de América para toda la familia, el brunch familiar de los domingos. Acepté encantado porque desde hace tiempo pienso que la hostelería en general carece de algo básico: un espacio para que puedan disfrutar las familias.
Cuando yo voy a un restaurante, sea el que sea, me gusta pensar en mi comodidad pero también en la del resto de comensales. Entiendo que a nadie le gusta que un niño revoltoso le estropeé la comida. Es por eso que creo que la responsabilidad debe recaer en dos partes.
La responsabilidad principal, por supuesto, es la de los padres. Es de ellos a quien corresponde el deber de educar a los hijos. Aunque yo soy de los que opina que el carácter de los niños influye mucho en cómo actúan. No solo se trata de llevátelos a todos los sitios desde que son bebés. Explicación que oigo muy a menudo.
La otra parte de responsabilidad debería recaer en el propio restaurante y en su modelo de negocio. El empresario es libre de establecer el funcionamiento de su restaurante, por su puesto. Y es aquí donde deberían entrar una nueva tipología de restaurantes, los restaurantes familiares.
Si usted es dueño de un restaurante y ve que algún día a la semana tiene mucha afluencia de familias con niños pequeños, tal vez le interese fija uno o dos días a la semana especiales para recibir a este tipo de clientes que tienen unas necesidades diferentes a las de las parejas o grupos de amigos.
Cómo disfrutar en un restaurante cuando vas con peques
Las necesidades de una familia, por ejemplo una pareja con dos hijos – casualmente la mia – son:
- Por un lado una carta diferenciada, la carta normal para los mayores y una carta para los más pequeños. Y por qué no incluir en ella una sección de potitos para bebés.
- Por otro lado, horarios especiales. Tal vez empezar a comer a la una de la tarde. Los más pequeños tienen horarios de comida que empiezan a las 12 del mediodía. Y después toca siesta temprana. Horarios que no se suelen ajustar a las comidas de los padres.
- Después de la comida de los pequeños un espacio para la siesta de los bebés y un espacio para que los peques, vigilados por un animador o cuidador, puedan jugar, pintar, etc. Y mientras los padres puedan comer sin agobios.
- Otros detalles como la cubertería y vajilla para los peques, globos de helio, tronas suficientes para todos los peques, etc., ayudarán a crear un mejor clima para los más pequeños.
Los domingos en familia
Así las cosas la idea de un brunch familiar en el Hotel Puerta de América se presentaba muy atractiva. Aunque, a priori, hubo dos cosas que mejoraría, y ya que de momento fue el primer día en el que organizaban esta actividad, me voy a permitir indicarlas.
Uno la denominación brunch para este tipo de comida. Pienso que un brunch debe ser necesariamente lo que une el desayuno y la comida, de ahí su nombre. Y en este caso estábamos ante una comida diferente, que tiene otro nombre claramente, buffet. Por lo que para que sea brunch deberían ampliar el horario a más temprano e incluir más oferta gastronómica, con cosas de desayuno, más zumos, etc.
La segunda es que estuvieron un poco desbordados al ver que llegaron más “bebés” de la cuenta. Y con cinco o seis tronas no tuvieron suficiente. Así que nos tocó tener a la pequeña en brazos. Menos mal que es una santa y mientras picoteaba jamón pudimos ir comiendo.
En cuanto a la comida muy bien, mucha variedad. Por un lado la mesa de buffet para los pequeños con todo lo que aun enano le puede gustar, hamburguesas, filetes, patatas fritas, calamares, croquetas, perritos calientes, etc. Los vasos y platos un acierto porque seguro que son los que muchos de nosotros tenemos en casa, los utensilios de plástico de colores de Ikea, y que debo confesar que nos encantan.
El buffet para los mayores estaba compuesto de dos mesas. Una mesa para los fríos con variedad de ensaladas e ingredientes que añadirles, sushi de vegetales y salmón ahumado, langostinos cocidos, ostras, ahumados, fiambres e ibéricos, etc. Una zona para los postres con pequeñas porciones de pastelería y vasitos de arroz con leche y natillas.
La mesa de los calientes estaba compuesta por un arroz, diferentes tipos de pastas con sus salsas a parte, guarniciones de todo tipo, y las joyas, dos piezas de carne asada: por un lado roast beef y por otro un jamón asado, ambos con salsa de carne para glasear.
En la sobremesa los pequeños se fueron a montar a un castillo de aire hinchado con una animadora que les pintaba la cara. Y allí mientras ellos corrían nosotros pudimos disfrutar de un poco de calma en la mesa.
Sin duda alguna un acierto este tipo de actividades que espero, otros, imiten. No se trata de hacerlo igual, solo de buscar el cómo adaptar un restaurante, aunque sea pequeño, a un día familiar.
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