Originariamente, los días de la semana recibieron su nombre de los planetas conocidos en la Antigüedad que los romanos habían consagrado a sus dioses. Así, el primer día estaba dedicado al más cercano cuerpo celeste, la luna, lunae die, en latín, del que derivó lunes en español, lundi en francés y lunedi en italiano. Pero incluso en otros idiomas se mantuvo esta relación con nuestro satélite; así, en alemán lunes es montag, de mond, luna, y en inglés es obvio el parecido entre monday y moon.
El martes toma su nombre de Marte, el dios de la guerra, de donde también provienen en castellano palabras como marzo o marcial. Miércoles, jueves y viernes son los días dedicados a Mercurio, Júpiter y Venus, respectivamente, y el sexto día estaba en principio consagrado a Saturno, saturni dies, de donde evolucionó, por ejemplo, el actual saturday en inglés. Pero por esas vueltas y revueltas que dan a veces las palabras, en otros idiomas y por influencia del cristianismo, el día de Saturno fue sustituido por sabbatum, tomado del hebreo shabbat, descansar, de donde surgió en español y portugués sábado, en francés samedi y en italiano sabato.
También la palabra domingo tiene una curiosa historia. El séptimo día, que estaba al principio dedicado al sol -de ahí sunday en inglés o sontag en alemán-, acabó convirtiéndose en el día del señor, dominicus en latín, donde no es difícil reconocer el antecedente del español domingo, el francés dimanche y el italiano doménica.
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