Los antiguos mexicanos diseñaron un método que, a través de la observación y el registro de las lluvias de enero, les permitía determinar cuál sería el clima durante el resto del año. ¡Conócelo!
¿Has oído hablar de las cabañuelas?
Según algunos diccionarios, éstas son el cálculo que hace la gente de
los pueblos, con base en las características climáticas que se presentan
en ciertos días de determinados meses, según el país y sus costumbres,
para pronosticar el clima del año en curso. Para México en particular, se definen a las cabañuelas como las lluvias en los meses de invierno.
Es difícil establecer con exactitud los orígenes de esta tradición,
pero se cree que surgió en el Zamuc, o “Fiesta de las Suertes”, del
calendario babilónico, cuya versión hebrea sería la “Fiesta de los
Tabernáculos”. En la India también tenían doce días en la mitad del
invierno para vaticinar las condiciones climáticas próximas. Para el
México prehispánico se cree que los aztecas adoptaron de los mayas
este conocimiento (el cual se adaptó al calendario cristiano). Como en
ambos casos sus calendarios constaban de 18 meses de veinte días cada
uno -más cinco días adicionales que no entraban en los meses-, los
primeros 18 días de enero servían para cada uno de los meses y los dos
días restantes predecían otros fenómenos: el 19 para pronosticar el
tiempo del solsticio de verano y el 20 para el solsticio de invierno. En
cuanto a otros grupos de Mesoamérica y Aridoamérica, al parecer nada se
ha escrito al respecto, aunque podría suponerse que también tuvieron un
sistema similar.
Un calculo para el noreste
Aquí, hablaremos de las cabañuelas en el noreste del país, y que no
corresponden a lo arriba expuesto pero configuran un concepto. Aparte de
las diversas maneras de pronosticar las condiciones meteorológicas,
como por ejemplo los remolinos de tierra, las “casas” en la Luna o en el
Sol, las hormigas con alas, los eclipses, y otros fenómenos, en las
pequeñas ciudades de los estados norestenses las cabañuelas son parte
del conocimiento empírico del tiempo, para lo cual la
gente se basa en todos los días del primer mes del año y con ello
vaticinan las condiciones para los próximos 334 días; es una auténtica sabiduría
oral. Por citar un ejemplo, tenemos que si el día 9 de enero es
nublado, templado y lluvioso, entonces alguien dice: “Ah, es que estamos
en la cabañuela de septiembre”. Luego, al día siguiente, las
particularidades climatológicas pueden ser de cielo despejado, con
viento y algo frío. “Bueno, explican, es que ahora estamos en la
cabañuela de octubre”.
Como se mencionó, dicho conocimiento es básicamente oral
-aparentemente no hay nada escrito al respecto para el noreste o para
México, aunque sí hay varios sitios de Internet que hablan de ello sobre
España y otros países-, sin embargo, es un sistema que parece ser
bastante complejo, como explicamos a continuación:
Primero hay que llevar una bitácora detallada del comportamiento meteorológico de cada día de enero,
donde se anoten los datos pertinentes. Utilicemos el día 6 como
ejemplo, el cual corresponde al mes de junio. Así que desde temprano
observamos el cielo, el viento y la temperatura. El resultado nos daría
algo como lo siguiente: soleado, sin viento y caluroso. (Por supuesto
que estos datos son relativos porque a lo largo del día puede haber
variaciones relevantes como: primero fresco y luego caliente, así como
primero nublado y después soleado. Por ello es mejor tomar una media, es
decir, qué predominó más horas durante el día.)
Entonces, cada día tiene un mes que se le atribuye de manera sistemática (del 1 al 12 es ascendente y del 13 al 24 descendente).
Después tenemos que del día 25 al 30 se toman por medio día para cada
mes; desde la madrugada hasta el medio día, la tarde y noche.
Finalmente tenemos al día 31 con sus 24 horas. En este caso cada dos horas son asignadas a cada mes, a partir de la madrugada.
Y bien, ya tenemos todos los días y sus horas correspondientes a cada
mes del año. Si volvemos a nuestro ejemplo original, que es el mes de
junio, sabemos que sus días son el 6, el 19, la tarde y noche del 27, y
las horas de las 12:00 a la 1:59 de la tarde del día 31.
El sistema parece complicado, pero la verdad es cuestión de ser
pacientes y observar con detalle todos y cada uno de los días, realizar
las anotaciones adecuadas, analizar y comparar todos los datos obtenidos
para luego sacar las conclusiones de cómo será el clima en tal o cual
mes del año. Así, con mucha anticipación ya sabremos cuándo lloverá, qué
meses serán muy calientes, cuáles serán fríos, cuándo habrá heladas, y
demás, sin necesidad de estar pendientes de los pronósticos del tiempo
en la televisión, los cuales, son poco confiables debido a que manejan
datos muy globales y temperaturas máximas y mínimas en los extremos para
asegurar “poco margen de error”.
Queda asentado -aun en el inconsciente colectivo-, que el
conocimiento popular suele ser muy certero, pues con base en la
observación ancestral y cotidiana de los fenómenos naturales, del
comportamiento de los animales, del desarrollo de la vegetación e,
incluso, de las dolencias repentinas de nuestro propio cuerpo, llegamos a
descubrir otros acontecimientos del entorno, aunque se diga que tal
conocimiento ya se ha perdido.
Para concluir, presentamos una tabla detallada de cómo fue el clima en enero del año 2001 para la capital de San Luis Potosí, como ejemplo para quienes deseen hacer anotaciones similares en sus lugares de residencia en años posteriores.
Si analizamos la información de las Tablas 1 y 2 y
la comparamos con el clima real en la capital potosina, encontramos que,
por ejemplo, febrero resulta ser un mes tranquilo, sin los
acostumbrados vientos fuertes y con inusuales lloviznas, tal y como se
había visto durante sus cabañuelas respectivas en dos ocasiones. Marzo,
por su parte, fue ciertamente un mes con climas templados, aire reseco y
con viento; aproximado a lo previsto. Abril cumplió con las
expectativas, pues durante ese mes tuvimos climas cambiantes, entre muy
caluroso a frío, así como vientos y lloviznas; hubo nublados densos al
final, pero no lluvias torrenciales. Mayo resultó ser un mes muy
interesante porque, en primera instancia, presentó los calores
acostumbrados y esperados, sin embargo, hacia el final hubo más lluvias
de las esperadas, las cuales contradijeron a sus cabañuelas
correspondientes. Y junio, por su parte, fue más o menos fiel a sus
cabañuelas, con muchos días soleados y calurosos, noches frescas y
aguaceros leves.
Esta ciudad tan árida y sedienta, que ha sufrido una prolongada
sequía y cuyas presas lucen secas debido, en gran medida, a una
paupérrima planeación; ante un cuadro como el presente tiene unas
perspectivas poco halagüeñas para el año en curso, de acuerdo a las
cabañuelas, claro está.
Sin embargo, conforme se fueron comparando las predicciones con los
primeros seis meses en su clima real, se descubrió que cayeron más
lluvias que las registradas en cinco años antes, sin tomar en cuenta que
el ciclo fuerte de huracanes (aquí no pegan pero sí traen
precipitaciones) aún no comenzaba.
El cuadro sistemático de las cabañuelas que aquí hemos presentado
también tiene un error muy simple pero difícil de comprender. Si a cada
mes se le asigna un día, un medio día o dos horas, nos queda la duda de
cuál es la predicción para enero, pues después de todo estamos en enero,
¿no? Pero bueno, no hay nada perfecto y esta antigua tradición también
presenta equivocaciones.
Finalmente reiteramos que las cabañuelas son, una costumbre oral que
se recuerda al momento y sólo durante el mes de enero, pues en realidad
poca gente se toma la molestia de hacer anotaciones metódicamente.
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