La revista Forbes no descubrió el agua caliente. A nadie sorprende
su lista de los diez mexicanos más corruptos… de hecho es cuestionable por
carecer de metodología y basarse en la opinión de “periodistas y académicos”
—vaya usted a saber quiénes.
A pesar de todo nadie repela los nombres de tan desprestigiada “prole”, élite
del poder —cada cual en su tiempo. Es más, la gente en redes sociales alega que
no están todos los que deben. ¿El top ten debería ser top ten
thousand?
–¿Quiénes van al paredón de Forbes?
Dos líderes de la cúpula sindical (Elba Esther Gordillo y
Carlos Romero Deschamps), un ex secretario de Estado
(Genaro García Luna), una cercanísima funcionaria del equipo
presidencial anterior (Alejandra Sota), cinco ex gobernadores
(Humberto Moreira, Arturo Montiel,
Andrés Granier, Tomás Yarrington y
Fidel Herrera) y un hermano incómodo (Raúl Salinas de
Gortari), todos, estrellas del primer círculo del poder nacional;
personajes ejemplares en usos y abusos, tráfico de influencias, compra de
voluntades, manejo indebido de recursos… y un largo etcétera.
En este duro cierzo invernal, arráncales la vida —cantaría un tango refrito—;
y el árbol de la vida tiraría más y más hojas.
En el fondo, la lista negra de Forbes es pretexto para recordarnos
el mal endémico que ahoga a México entre la corrupción y la impunidad. Hace 30
años lo escribió el periodista Alan Riding en su libro
Vecinos distantes: la corrupción es el lubricante del sistema político
mexicano… y 30 años después, poco o nada ha cambiado.
Transparencia Internacional ubica a nuestro país en el lugar número 106 de
una lista de 177 naciones… un sitio lamentable.
Según el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado, la corrupción nos
cuesta billón y medio de pesos, 10% del Producto Interno Bruto; 37% del
presupuesto federal.
Estamos podridos.
Pese a los discursos, no ha existido una verdadera voluntad de limpiar la
casa; somos incapaces de construir un entramado institucional sólido… para
evitar que los ladrones vigilen a los ladrones.
Mientras, la reforma anticorrupción está a medio camino —la Secretaría de la
Función Pública no termina de morir y la nueva Comisión Nacional Anticorrupción
no acaba de nacer—. Cuando haya reglas claras el verdadero desafío será ponerlas
en práctica. Al cambio legal deberá seguir un cambio cultural… lo malo es que
tales cambios tardan generaciones… y la paciencia se agota.
PURGATORIO: Acuérdate de Acapulco. Ahora sí el
gobierno se ha puesto a chiflar aquel viejo valsecito de Agustín
Lara. En plena temporada de vacaciones, como si fuera un regalo de fin
de año, la “Gendarmería Nacional” —una de sus principales promesas en materia de
seguridad— hará su primera aparición pública. Eso lo va a anunciar el
comisionado Manuel Mondragón la próxima semana, lo cual vendrá
a refrescar el caluroso clima político local agravado por manifestaciones y
bloqueos de encapuchados cuya protesta es precisamente por la designación de un
jefe policiaco con el cual no están de acuerdo. Para los gendarmes será un
ensayo, pero para la población del Bello Puerto, un buen signo después
del calderonismo, que hasta el Tianguis Turístico les arrebató.
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