Caminando por la calle me encontré con unos libritos que venden en los puestos de periódicos por el centro histórico en el cual vienen algunas historias, leyendas y relatos de nuestra ciudad, bastante interesantes que aveces desconocemos, en uno de ellos me encontré la famosa historia de las Guacamayas y me encantaría compartirla con todos ustedes...
HISTORIA DE LA GUACAMAYA
Varias son y han sido las rivalidades que mantienen las ciudades de Guanajuato y León, una de ellas es a causa de las “guacamayas” ese sabroso bocadillo que consiste sencillamente en un bolillo relleno de chicharrón (durito) aderezado con salsa de la llamada “pico de gallo” muy picosa y un chorrito de limón.
Aunque en efecto, como siempre ocurre con la preparación de los alimentos, las guacamayas han sufrido variantes y modalidades, pero éste principio básico hace la receta original de tan singular antojito típico de León. Don Paco Ornelas taxista leones de la tercera edad, nos cuenta cómo es que nacieron las guacamayas.
Comenta que allá por el año de 1952 o quizá, 1953, él era un jovencito que se juntaba con sus amigos para “echarle” (simplificación del término “echar o tomar vino”). Se reunían por las tardes en la esquina de las calles Centenario y Luis Bravo, allí por donde se dividen el barrio de San Juan de Dios y San Miguel, donde vendía chicharrón un viejecito al que todos en León conocían como “Don Deme”, cuyo nombre era Demetrio Nájera. Este hombre tenía la tradición de freír duros, que en realidad no son chicharrones, aunque también son de cerdo y están fritos en manteca. La diferencia es que el duro no tiene carnosidad, ni pellejitos, ni gorditos; es el puro duro.
Pues bien, don Deme vendía duritos con una salsa bien picosa, así no mas, una salsa de jitomate y cebolla picados, a la que le agregaba agua y chile de árbol molido. También, a veces le molía de esos chilitos “cola de rata”. -Aay en verdad que picaba y sentías que se te hinchaba la lengua-recuerda don Paco, quien continua con su relato -Allá íbamos Jorge “El perico”, Alberto “La Quintonila” y Juan, llevábamos tequila y refrescos y no sé a quién un día se le ocurrió comprar bolillos en el tendejón de cerca para aminorar un poco lo picoso de la salsa.
Echar vino se convirtió en todo un ritual pues le dábamos la mordida al durito y luego le comíamos un poco al bolillo -Como cuando le das el trago al tequila y luego te enjuagas con refresco. Volviendo al relato, dijo don Paco – sin darnos cuenta empezamos a pedir el durito con salsa dentro del bolillo. Y ya no´más le decíamos a don Deme… “déme uno don Deme”. Mi amigo Juan era re´bueno pa´tragar chile. Nunca estaba conforme con lo picoso y siempre quería más, incluso se comía a mordidas las “colitas de rata”, un chile picosísimo, con el asombro de todos y el disgusto de don Deme, porque decía; me salen más caros los chiles que este re…donpedro se come que las guacamayas que me paga. Juan mientras más “tragaba chile” más duro le echaba al tequila y entonces le daba por hablar como loco.
Un día que me hartó de tanta tontejada que estaba diciendo, y enchilado igual que él que hasta me zumbaron los oídos, sin pensarlo le grite; ¡YA CALLATE REDONPEDRO, PARECES GUACAMAYA! De ahí en adelante comenzaron a decir entre nosotros; nos vemos en las guacamayas, y como íbamos invitando a distintos cuates, de allí se fue propagando el nombre…. Y como nos veían haciendo tortas de duro con nuestros bolillos, pos`la gente empezó a pedirle al durero “ deme una guacamaya don Deme”.
Sin lugar a dudas una tradición de la comida típica de León, algo que siempre disfrutamos a cualquier hora del día.
¡Benditas sean estas deliciosas Guacamayas!
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