Primer juego de México en el Mundial de Brasil, es a la hora de clases en las escuelas primarias y secundarias.
Así que los maestros seguramente suspenderán los cursos para ver el partido, a las 11:00 de la mañana.
En 1978, me tocó vivirlo, en la primaria.
El maestro llevó una televisión y suspendió las clases, con el argumento de que era un asunto de país. Todo el salón vio el juego en el patio de la primaria, pero ocurrió una tragedia. Ese día México perdió 6-0 contra Alemania.
Los profesores aprovechan el futbol para dar una lección de nacionalismo y patriotismo, pero lo hacen fuera del reglamento.
Un amigo me contó ayer que a su hijo le pidieron ya llevar las botanas para el viernes. Mi hijo me contó que el papá de un amigo llevará una televisión a la escuela para el primer partido de México contra Camerun. De hecho la Dirección del colegio autorizó dos televisiones por salón.
El futbol no es un tema que deba tocarse en las escuelas, bajo ninguna argumentación -si acaso como actividad física-, pero ha tomado tanta importancia en nuestra sociedad que los profesores no pueden evitarlo. Si no transmitieran el juego en clase, muchos no irían a la escuela ese día. Y a final de cuentas, el partido termina siendo una lección de amor a la patria y de nacionalismo, teniendo como héroes al Chicharito y a Rafa Márquez.
El futbol es entonces un tema de interés nacional. De hecho hoy paran también las fábricas de zapato en León. A la hora del juego, nadie puede pespuntar un zapato, ni clavar una tachuela. Los dueños de las fábricas llevan televisores al área de producción para dar la función y esperar un milagro.
El futbol es entonces lo más importante de lo menos importante, como dice Jorge Valdano. Y la alegría de un país depende de un gol. Mañana a las 11:00 de la mañana el país se paralizará frente al televisor para ver quien se convierte en el nuevo héroe de la Patria.
¡Una estatua para El Gullit!
¡Una calle para El Gallo!
Una escuela que se llame Cepillo Peralta.
Vivan los héroes que nos dieron goles.
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