La cara sur de la Pirámide del sol en Teotihuacan está en
riesgo de colapso, advierte estudios de la UNAM. La mayor exposición al sol de
ese lado y una capa de cemento colocada hace 100 años la privan de humedad que
ayuda a dar sustento a la construcción, refiere el informe
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Cuando a principios del siglo —a petición del presidente Porfirio Díaz—,
arqueólogos emprendieron excavaciones y trabajos de rescate en la Pirámide del
Sol, en Teotihuacan, añadieron cemento sobre la gran estructura de tierra para
darle mayor estabilidad. Hoy, ese material, así como los rayos del sol, podría
estar poniendo en riesgo de colapso la cara sur de la pirámide debido a que
evita que el agua de la lluvia penetre al interior de la estructura y humedezca
las toneladas de tierra que la conforman.
Y es que, después de tres años de datos recuperados gracias a un equipo
(detector de muones) colocado en las entrañas de la pirámide, arqueólogos y
físicos de la UNAM se percataron que una parte de la estructura está reseca, lo
cual podría provocar un derrumbe en la edificación de 65 metros de altura.
“No es que vaya a caerse mañana, pero lo más probable es que pasadas decenas
de años, esa cara podría comenzar a hundirse, un poco por falta de sustento”,
advierte el investigador Arturo Menchaca Rocha, del Instituto de Física de la
Universidad Nacional Autónoma de México.
El especialista, quien trabaja en colaboración con la arqueóloga Linda
Manzanilla, explica que esta alerta de riesgo se identificó al interpretar los
primeros datos que han logrado reunir con el equipo que diseñaron e instalaron
en el interior de la pirámide con el fin de trazar una especie de “radiografía”
de la estructura para visualizar su interior y detectar posibles cámaras
ocultas.
Según los primeros datos, que serán publicados a finales de este año, la
densidad de la estructura es 20% menor en un lado que en el otro. Es decir, la
parte sur de la pirámide está seca mientras que la del norte se mantiene
húmeda.
Ese desequilibrio, explica Menchaca Rocha, por un lado se debe probablemente
a su posición y exposición al sol: “Vivimos en el hemisferio norte y las
trayectorias del sol son siempre en el sur, por lo que ese lado es más frágil”.
La edificación ha sobrevivido bajo esas condiciones por casi 2 mil años, pero lo
que pudo haber aumentado el riesgo es el cemento y las piedras que se le
colocaron hace 100 años, durante los trabajos de rescate de la zona.
“Nuestros ancestros no conocían el cemento y lo pegaban con baba de nopal.
Esa cosa era muy porosa, a la montaña le llovía y se secaba, lo cual le daba
cierta humedad”, explica Menchaca. Ahora, añade, el cemento no deja paso a la
lluvia y podría estar provocando resequedad.
Sugerencias
El científico, quien precisa que esta alerta es una interpretación aun por
corroborar, comenta que una de las soluciones sería colocar un material más
poroso en la cubierta para que el agua penetre mejor y humedezca la parte seca.
“Hay tecnología para resolverlo”, sostiene Menchaca, quien recomienda hacer
estudios estructurales y de mecánica de suelos para evaluar los riesgos.
“Lo que habría que hacer es perforar con una varilla, como con los pozos de
agua, una en cada lado, y tratar de comprobar si lo que detectó nuestro equipo
es resequedad”, comenta el investigador.
Otras de las hipótesis que señala el ex presidente de la Academia Mexicana de
Ciencias (AMC) respecto a esa diferencia de densidad tienen que ver con que en
esa área podría haber un gran salón triangular, o que la pirámide tenga más
piedras de un lado que de otro. Pero, de corroborarse la resequedad, sí habría
que preocuparse; “lleva 100 años así y no le ha pasado nada, pero pasados
decenas de años esa cara podría comenzar a hundirse”.
Menchaca Rocha, quien impulsa este estudio en la Pirámide del Sol desde 2006
junto arqueólogos del INAH y la UNAM, descarta que el acceso del público a la
parte superior de la pirámide represente algún problema, ya que el ascenso es
por el lado norte, donde no se han registrado riesgos.
Primeros resultados
Estas interpretaciones son resultado del proyecto que los investigadores de
la UNAM comenzaron hace 14 años, cuando decidieron diseñar un detector de
muones, un equipo similar al que se había ocupado en la pirámide de Kefren, en
Egipto, para localizar cámaras ocultas.
El aparato fue colocado al final del túnel de 100 metros de largo que fue
localizado debajo de la Pirámide del Sol y durante los últimos tres años logró
recopilar datos que les permitirán a los investigadores realizar una radiografía
de la edificación.
El objetivo original era corroborar la existencia de cámaras ocultas, pero
hasta ahora, con 60% de los datos analizados, lo más revelador han sido los
datos que sugieren un posible riesgo por resequedad.
Si ese dato se comprueba, Menchaca considera que sería una alerta para los
arqueólogos, ya que esto sugeriría que otras pirámides de México, las cuales
están conformadas por montañas de tierra, podrían correr el mismo riesgo.
“Si la Pirámide del Sol tiene ese problema por su ubicación, las otras
pirámides lo van a tener. El lado sur siempre es más frágil. Por ejemplo, una
casa que da al sur hay que pintarla constantemente. El Sol es lo que más
destruye la arquitectura”, explica el especialista del Instituto de Física de la
UNAM.
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Gracias por estar aquí conmigo y hacer de algo nuevo algo cultural, literario acerca de los vinos y gastronomía.
miércoles, 26 de marzo de 2014
La Pirámide del Sol, en riesgo de hundimiento (F: J. Cardenas)
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